Está preciosa población, Sóller, que tiene aproximadamente 12.000 habitantes, está situada al noroeste de la isla y es conocida también como “El valle de oro” nombre que se le otorga, por encontrarse sus tierras repletas de naranjos.

Antiguamente al ser una localidad algo retirada del resto, debido a la cantidad de montañas del entorno, la mayoría de sus habitantes optaron por la exportación de cítricos, higos, almendras y aceitunas a Francia, país al que luego también emigraron muchos campesinos al verse azotados por una gran epidemia de peste que se extendió por la zona y les hizo perder todo lo que poseían, aunque al cabo de un tiempo muchos pudieron regresar al lograr erradicar esta plaga, gracias al descubrimiento científico que la vitamina C tenía sobre la enfermedad. Muchas de estas personas expatriadas volvieron con una cierta fortuna, que invirtieron principalmente en la adquisición de terrenos, casas o posesiones. Por tanto, no es de extrañar que actualmente muchos de los inmuebles, sean legados y que además la mayoría de los herederos, dominen el idioma galo a la perfección e incluso tengan un cierto deje al hablar el dialecto nativo.

Continuando nadando un poco en la historia, contaremos que por allá el año 1.561, una coalición formada por unos 1.600 piratas argelinos comandados por Uchali y Iusuf-Arrais, organizaron una potente expedición marítima formada por 22 carabelas, con el único propósito de atacar la isla de Mallorca. Antes de llegar, tuvieron que detenerse para conseguir suministros de agua en la isla vecina de Ibiza. Este tiempo sirvió para que los isleños tuvieran conocimiento de que los planes previstos por los corsarios consistían en empezar su batalla por el pueblo de Sóller. Entonces el capitán general Guillem de Rocafull tuvo que solicitar ayuda para frenar el ataque, tanto al otro capitán de Sóller Joan Angelats, como a los de las localidades vecinas de BuñolaSanta María y Alaró.

Como consecuencia de esta lucha, a partir del siglo XVI, se construyeron varias torres de vigilancia “Torre Picada” y el “Castillo del Puerto De Sóller”. Asimismo, se fortificó a modo de defensa, parte del pueblo. Actualmente, solo pueden observarse junto a la iglesia restos de estas murallas.

Cada año en el mes de mayo se celebra la fiesta más importante “El Firó» que es la más popular y más conocida de la localidad (fiesta de moros y cristianos) y que conmemora el saqueo sarraceno que sufrió el pueblo. Este día los participantes suelen acudir con atuendos propios de la época e incluso algunos, representando a personajes célebres de la contienda, como el capitán Angelats, el sargento Soler o el turco Alí Ochiali.

También se celebran otros festivales como el internacional folclórico “Sa Mostra” enmarcado dentro de la organización no lucrativa CIOFF, fundado por el grupo Aires Sollerics en en 1.980, que se celebra el mes de julio y con una duración de unos siete días, reuniendo artistas tanto nacionales como internacionales, venidos de todas las partes del mundo.

Durante el mes de agosto se conmemora la festividad de San Bartolomé (patrón del pueblo), con un espectáculo muy conocido en toda la comarca, que se llama “Correfoc” y donde los demonios componentes del grupo local  “Esclatabutzes” son los protagonistas del jolgorio. Esta celebración termina con el «Correaigua», donde tanto los integrantes del cuerpo de bomberos, como otras muchas personas refrescan a los asistentes.

Debido a que antes el acceso al pueblo era muy complicado a causa de la gran cantidad de curvas que se debían cruzar para llegar, se tomó la decisión de construir un túnel que atravesara las montañas y pasara por la Sierra de Alfabia, para así poder prescindir del tortuoso paso “Coll de Sóller”, consiguiendo una ruta más rápida y estable. Después de un largo periodo de obras y tras solucionar diversos inconvenientes legales, este paso por fin se pudo inaugurar en los años 90.

Sin embargo, los ciclistas no están autorizados a utilizar este pasadizo y deben desplazarse por la carretera antigua, sorteando todas sus vueltas. El Coll de Sóller es una ruta preciosa, a pesar de ser algo más larga y dificultosa.

En 1.912 se estrenó un ferrocarril eléctrico construido totalmente de madera que se denominó “Express de las Naranjas”, nombre otorgado porque al principio su función estaba destinada únicamente para el transporte de fruta. El viaje que era un tanto peligroso, tenía una duración de unas diez horas.

Posteriormente y debido a la aceptación que tuvo este medio de desplazamiento, se dispuso su utilización como una forma de incrementar el turismo: el tren de sóller. Simultáneamente la sociedad del ferrocarril puso unas siete mil acciones a la venta al precio de unas 5oo pesetas, lo cual facilitó que algunos vecinos pudieran beneficiarse y se convirtieran en accionistas.

La persona clave en la creación del ferrocarril fue Jeroni Estades i Llabrés, cofundador de “La compañía de Navegación Sollerense”. Su visión de futuro, le hizo apostar por este convoy, cuyo trayecto hasta entonces solo podía realizarse por mar. También fue importante Luis Bobio que fue el encargado de construir la línea del ferrocarril. Como curiosidad narraremos que los obreros encargados de llevar a cabo esta complicada obra se dividieron en dos bandos, iniciando el trabajo de forma simultánea desde ambos lados del trayecto, consiguiendo todo un logro al encontrarse las dos brigadas en un punto común sin haberse desviado. Otro dato curioso, es que la fecha de su inauguración en 1.912 coincidió con el mismo día del hundimiento del Titanic.
Tradicionalmente este pintoresco tren que desde el siglo XX ha continuado con el mismo itinerario y maquinaria original, sigue en perfecto funcionamiento. Tiene un recorrido de 28 km. y en su ruta atraviesa bellos parajes, así como unos 13 túneles. Con el paso del tiempo, se ha convertido en uno de los atractivos turísticos más demandados. Hay pocas personas tanto residentes como visitantes, que no hayan hecho en alguna ocasión, esta travesía sentados en uno de sus vagones.

By Olaf Tausch [GFDL or CC BY 3.0 ], from Wikimedia Commons

Después de la inauguración del ferrocarril y en la misma línea de fabricación (construcción en madera), en el año 1.913 se inauguró un pintoresco tranvía que cubre la ruta desde Sóller hasta el puerto, pues como viene siendo habitual en la isla, este bonito pueblo dispone a unos pocos kilómetros de un precioso puerto de amarre para embarcaciones. Este vehículo al principio estaba únicamente destinado para transporte de pasajeros, pero que más tarde se utilizó para llevar otra clase de mercancías, como pescado fresco (disponía de un vagón isotermo) e incluso muchos otros artículos de lo más variados. Este proyecto con un tendido de 4.868 metros de vía, lo diseño y dirigió D. Pedro Garau. También cabe destacar el puente de hierro ubicado sobre “Torrent Major”.

En la actualidad, esta comarca se ha convertido en un lugar excelente para excursionistas, senderistas y amantes del “Nordic Walking”, deporte tan de moda en estos tiempos. Como por ejemplo, la excursión del «camí vell de Fornalutx i sa capelleta«, donde está La inmaculada.

El corazón del pueblo reside en su plaza principal, donde está situada la vistosa iglesia “Sant Bartomeu”, así como cantidad de céntricos bares y restaurantes.

Aunque no se trate de un distrito demasiado comercial, es interesante visitar el mercado que se instala los sábados, donde se pueden conseguir toda clase de artículos diversos, desde antigüedades, moda, piezas decorativas o incluso objetos artesanales, además de las diversas tiendas de ropa, complementos y artesanía del centro del pueblo.

En nuestras visitas no pueden faltar, la degustación de sus excelentes naranjas (enteras o zumos), una copita del licor “Ángel d’Or” creado por Miguel Capó (recolector de cítricos), así como tampoco saborear en todas sus variedades, los deliciosos helados de “Sa Fabrica de Gelats” o los diversos productos de «Fet a Soller». Para los más sibaritas también hay una buena oferta de productos locales de gran calidad, como el aceite de oliva virgen, diferentes vinagres (incluso aderezados con naranjas), embutidos de primera calidad, patés, conservas y mermeladas.

No podemos realizar este recorrido sin hacer una mención especial a “Can Prunera Museo” (en castellano, Casa Magraner). Se trata de una casa-museo modernista construido a principios entre 1.909 y 1.911 por Joan Magraner Oliver (alias Joan Prunera), que como hemos comentado anteriormente, era uno de aquellos inmigrantes que hicieron gran fortuna en Francia con sus productos frutícolas. El lugar actualmente se ha convertido en una de las señas de identidad del pueblo de Sóller. No hay referencias exactas de quien fue el arquitecto de la construcción, pero muchos opinan que se trata de un discípulo de Antoni Gaudí, llamado Juan Rubio Bellver, por su similitudes y que también fue el que construyó el edificio del Banco de Sóller, así como la fachada modernista de la Iglesia.  Se encuentra ubicado en una antigua casa que primero fue un domicilio particular, hasta que en el año 2.006 fue adquirida por el “Ferrocarril de Sóller” y que luego pasó a ser gestionado por la fundación. Esta pinacoteca, se ha convertido en todo un referente, así como seña de identidad de este pueblo. La mayoría de las obras que se han expuesto ha sido gracias a un convenio con la Fundación “Art Serra”, sociedad presidida por el empresario/ coleccionista: Pedro A. Serra, que procedió a su restauración respetando su diseño original, sin olvidar ningún mínimo detalle y logrando con ello, recuperar su suntuosidad original. Su financiación corrió a cargo del Gobierno autonómico de las Illes Balears y la Unión Europea, bajo dirección del arquitecto Luis A. Corral Juan y por fin se pudo inaugurar el 24 de agosto del 2.009, asistiendo para tal acontecimiento, casi todas las autoridades y celebridades más relevantes de la isla.

En su sótano se encuentran las estancias conocidas “botigues”. Se trata de las antiguas salas que acogían una cocina económica, un pozo, una pica de lavar, un depósito de aceite, un almacén y un comedor para servicio, donde actualmente se hacen exposiciones. El museo, expone una buena colección de arte contemporáneo y privado, que pertenece en su mayoría al empresario/ coleccionista Pedro A. Serra, que regenta el cargo de: “Presidente del Patronato de la Fundación Tren de l’Art y que vinculado al Ferrocarril de Sóller, ofreció parte de su colección personal para su exposición, a cambio de su apoyo para la adquisición y restauración del Casal. Además el hecho de que el señor Serra sea muy conocido en toda la isla y también propietario de uno de los principales grupos de comunicación (Grupo Serra), ha ayudado por una parte a que el Museo esté frecuentemente en los medios y por otro lado a su difusión y abundante afluencia de público ​

También merece una referencia especial la sala dedicada a Juli Ramis Palau (vanguardista nativo de Sóller), donde también se encuentran expuestos diversos cuadros cedidos por particulares y otras telas de autores desconocidos.

Las obras que se exponen en sus diversas salas (en su mayoría de los siglos XIX/ XX), pertenecen tanto a artistas regionales, peninsulares o internacionales, con estilos muy diferentes, algunos convencionales y otros más vanguardistas. Entre las más notables destacaríamos las de Joan Miró, una biblioteca especializada (especialmente dedicada al mismo Miró), esculturas, cerámicas (Picasso) y una colección de muñecas antiguas (León López). Hay que destacar las pinturas expuestas de: Henri de Toulouse-Lautrec, Joan Miró, Fernand Léger o Paul Klee, Kandinksy, Picasso, Warhol, artistas locales Miquel Barceló y Francesca Martí, así como otras pertenecientes a artistas vinculados a Mallorca y en la biblioteca libros o catálogos utilizados para la investigación.

Debido a la magnífica restauración que se llevó a cabo entre los años 2.006/ 2.009, Can Prunera se ha convertido en un lugar preferente para el modernismo isleño y ha conseguido un gran reconocimiento internacional. Para tal menester, desde su inauguración, el Museo ha recibido un gran patrimonio en forma de donaciones de artistas, coleccionistas o particulares, para que sus obras pudieran ser expuestas y conocidas.

Además de las características del funcionamiento del Museo, el Casal es un ejemplo de arquitectura modernista de gran valor y una ejemplar asociación del Modernismo catalán y el Art Nouveau francés. El horario habitual de visitas (entre abril y septiembre) es: de martes a domingo entre las 10:30 y 18:30 horas.

Para los amantes de la naturaleza es indispensable un paseo por el “Jardín Botánico de Sóller”, que abrió sus puertas al público en el año 1.992, destinado como centro de conservación, investigación y para el estudio de la flora propia del archipiélago. Se encuentra a tan sólo diez minutos del centro del pueblo, y dispone de un importante museo “Museo Balear de Ciencias Naturales”, destinado a la divulgación, estudio de la ciencia, historia local y sus diferentes variedades de plantas, rocas, fósiles, hongos, insectos y crustáceos. Así mismo cabe destacar que el Jardín tiene en proceso importantes proyectos sobre plantas autóctonas, que supondrá un importante reconocimiento y un incalculable legado para las islas.

Otra de las visitas más importantes de la zona, son los “Jardines de Alfabia”, una grata experiencia que no deja a nadie indiferente por su belleza y exóticos jardines. A menudo se organizan visitas guiadas y su accesibilidad es muy fácil debido a la cantidad de autobuses que llegan hasta el recinto.

Otras actividades que resaltar, pueden ser las travesías en veleros o los diferentes tours en vespa por variados recorridos de la zona.

Entre los hoteles destaca el “Gran Hotel Sóller”, construido para utilizar como palacio residencial en el año 1.880. Es el único hotel en la zona de lujo con cinco estrellas, un buen restaurante, Spa y con una céntrica situación que lo ha convertido en destino preferente para público de primera categoría.

Finca Hotel Can Coll” con impresionantes vistas al valle, restaurante, piscina y esmerada hospitalidad.

También encontramos otros hoteles boutique más pequeños como “’Ca’l Bisbe” (el antiguo lugar para retiro de un obispo).

Ca’n Isabel y La Vila”, ambos con vistas a la plaza del pueblo y otros acogedores hoteles rurales como “Ca’s Xorc(construido hace unos 200 años) y “Ca N’Ai” (del año 1723) con vistas al campo. “Can Coll” ofrece unas impresionantes vistas al valle, auténtica hospitalidad, una estupenda piscina y un restaurante.

Con referencia a comedores destacaremos entre otros “Ca´n Blau en el Gran Hotel Sóller” y el restaurante del hotel “La Vila”. También “Casa Alvaro”, situado cerca de una plaza y donde podemos saborear una buena comida y escogidos vinos.

En la carretera Deia/ Sóller, encontraremos el “Bens d’Avall con cocina gourmet y magníficos paisajes y vistas. El Chef Benet Vicens, junto a Catalina Cifre y su hijo Jaume, se empeñan en descubrir a los visitantes lo mejor de las islas a través de sus propuestas entre la tradición, el producto y la vanguardia.

La luna 36”, otro bonito lugar restaurado del siglo XIX y con mucho carisma en sus espacios, decoraciones y cocina.

En la actualidad y con el paso de los años, esta comarca se ha convertido en un lugar excelente para excursionistas, senderistas y amantes de la naturaleza, la tranquilidad y la calidad de vida. Sóller huele a naranjas y limones, y mires donde mires, es un espectáculo precioso. Tanto el centro del pueblo de Sóller, como su puerto o zonas colindantes de interés como Sa Calobra, son aclamados por excursionistas que quieren vivir una preciosa experiencia en un entorno lleno de contrastes y belleza. Recomendamos rutas como esta: click

Esta localidad rodeada de montañas, por su cercanía al mar, lo asequible del trayecto, su tranquilidad (sobre todo durante los meses de invierno) y su respeto hacia las normativas relativas a la construcción, la han convertido en un rincón diferente, con mucho carácter y donde muchos estarían dispuestos a instalar su refugio estacional o su residencia definitiva.

A %d blogueros les gusta esto: